viernes, 4 de marzo de 2011

Capitalismo Gore: teoría transfeminista para el análisis de la violencia machista y la reconstrucción no-violenta del tejido social.

[FRAGMENTO]


PAZ Y DESOBEDIENCIA


Encontrar la palabra adecuada en el momento oportuno, es ya acción, muda es sólo la violencia y, ya sólo por esa razón, la mera violencia nunca podrá reivindicar grandeza.

Hanna Arent. Vita Activa oder von tatigen leben.


Enseñadles desobediencia, mientras sean obedientes tarde o temprano

serán mandados por un mal hombre y habrá problemas.
Enseñadles desobediencia...

La gente obediente va a la guerra, a los desobedientes nos gusta la paz.

Gertrude Stein. Guerras que he visto.


¿Es posible pensar/prácticar la paz, en nuestras sociedades globalizadas, sin que la forma de abordar el tema se emparente con una lectura simplista, maniquea y moralizante?, ¿una lectura que resultará desfasada ante las demandas capitalistas?, ¿podemos hablar de la no-violencia sin que la discusión esté recubierta por una pátina de espectacularización y de banalización transmitida por los medios de información?, ¿la definición tradicional de paz sigue siendo una categoría adecuada para explicar la realidad contemporánea atravesada por el Capitalismo Gore?

Cuando Rosa María Domenech se puso en contacto conmigo y me contó sobre este espacio y estas conferencias que organizan bajo el título de “textos para la paz” me emocione gratamente. Ya que, estoy interesada en que mi trabajo contribuya, con argumentos, a tejer un discurso de paz. De hecho me es prioritario ver las posibilidades de articulación que tienen la filosofía, los (trans) feminismos y los movimientos de resistencia LGTBQI como estrategias para construir una cultura de paz.

Ahora bien, al inicio de esta charla hablaba de la instrumentalización de la paz al servicio del silencio y la hegemonía, con esto me refiero a que los movimientos de derecha, desde la iglesia católica y los partidos politicos, ha intentado negar que la paz es una herramienta de insurgencia no violenta, un dispositivo a popularizar más allá del juicio moral y de la dicotomia del bien y el mal tan connotados en la sociedad occcidental.

Desde mi perspectiva entiendo la paz como un acto radical que no se circuscribe a poner la otra mejilla o a resignarse ante la promesa de un mundo mejor en otro mundo. La paz como una herriamienta práctica que puede aplicarse a través de la modificación de las lógicas educativas, basadas en el sexismo. La paz y el transfeminismo como herramientas de análisis del capitalismo y de nuestro papel en él como hiperconsumidores. La paz como un horizonte de sentido que no se fagocita ante su falsa popularzación hecha por las logicas del mercado. La paz como un espacio de afectividad y vinculación social que no tiene que ver con cerrar los ojos sino con crear otros lenguaje y dispositivos de acción directa que cambien el rostro del círculo vicioso del hiperconsumo y su creación de subjetividades capitalisticas, que llevan a la glamourización de la violencia y la espectralización de ésta a través de los medios de información.

Mi propuesta de paz está vinculada a la insurgencia crítica, llevanda al horizonte de la posibilidad dentro de lo micropolitico.

El ejeficio de la paz como exigencia ciudadana ante los gobiernos que profesan políticas de escaparate e imponen un neoliberalismo recalcitrante disfrazado de seudodemocracia.

Ahora bien, para mi el concepto de paz está vinvulado al de desobediencia crítica.


Desde mi perspectiva, es prioritario enseñar desobediencia y paz, esa es uno de los retos de todos aquellos que se dedican a la docencia. Enseñar desobediencia de consumo, de género, de idelogía hegemónica, enseñarles el camino de la crítica justificada no como una pose de indolencia intectual sino como una posibilidad real de elección nuestras luchas,para impedir adscribirnos vicariamente al sistema dominante.


La alianzas para la paz son posibles si ponemos en en el centro del problema del capitalismos gore, A la re-ontologización del cuerpo y su vulnerabilidad; dibujando un camino común de empatía a través de este ente colectivo e individual que es nuestro cuerpo

La paz como herramienta pasa también por un cuestionamiento fundamental de la construcción binaria de los género y especialmente de la construcción de la masculinidad hegemonía (entendida como machismo o supremacÍa masculinista) y sus demandas más enraizadas: la práctica activa y constante, de baja o alta intensidad ,de la violencia como una forma de socialización y legitimación masculina.

La paz también estará, en este caso vinculada a la desobediencia, al cuestionamiento y distanciamiento crítico de las dictaduras del género, del mercado, del consumo y de los comportamientos autodestructivos envueltos en glamour o espectralización. (drogas, violaciones, desprecio por la vida propia y ajena, etc.)


Para conseguir que la paz sea una práctica hay que desobedecer a las tiranías y sus luchas de poder, cristalizadas en guerra geopolíticas pero tambien en guerras interpersonales e intimas. En este sentido la paz como dispositivo transfeminista, debe dar lugar a la reflexión y el análisis del paralelismo entre los marcos de guerra ( de los que habla Butler1) y los marcos de la sexualidad. Es decir, política cultural y política sexual convergen en occidente dentro de cierta idea de modernidad como marco que divide al mundo, separándolo, diferenciándolo, expulsándolo bajo las coordenadas interpretativas de lo Otro del mundo blanco heteronormativizado/poderoso/ discursivamente pertinente , y que a través de ello enfrenta colectividades que en realidad debería luchar por una misma causa: contra los mecanismos coercitivos y de violencia estatal, en lugar de reducirse a luchas identitarias.


Finalmente para que la paz no se siga considerando una utopía, debemos hacer explícito que insumisión, desobediencia y resistencia no son sinónimos de violencia tal como nos han hecho creer los discursos institucionales de la religión, la familia, la educación, el género, la clase social, el heteropatriarcado y el capitalismo. Disidencia crítica no es la antipoda de paz.. La violencias contemporáneas no tienen el rostro de la disidencia sino de la obediencia servilista ante las lógicas neoliberalistas

Una pregunta que seguramente subyace a esta propuesta de desobediencia y paz, es: ¿cómo ser pacífico cuando los otrxs están armados y tienen el poder? No insertandonos en la ruleta de las alimañas bárbaras que sólo pueden localizarse en la dicotomía de victimas o verdugos. Ser pacífico, no quiere decir resignarse ni convertirse en víctima sino buscar estrategias de resistencia para salir de la diada del daño. Finalizo recordando a la feminista afroamericana Pat Parker quien dicho en los años 80: “La revoulción no es limpia, ni bonita, ni veloz”, y yo agrego pero hay que trabajar para que se de un verdadero cambio. No insertar las lógicas capitalistas de la inmediatez, el beneficio a corto plazo y el triunfo instantáneo.



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